Digamos que un amigo de un amigo te dio por perdida,
digamos que algunos de estos seres humanos deambulantes
con expresión X decidió no continuar,
promulguemos que la alevosía de algunos malintencionados
terminó por estrangularnos,
que los cahuines y las bocas anchas de tanta señora cuida-cuneta
bastó para separar cada dedo entrelazado,
difamemos y dañemos a todos esos normópatas,
que para eso les sobran las sonrisas y las palabras de tarjeta de navidad,
inventemos alguna que otra misiva
o un apocalipsis tal vez que otorgue base jurídica a esta sinrazón,
o talvez finjamos un femicidio, conforme a la moda,
para que así puedas huir en una impunidad social bien merecida,
o que te parece si aminoramos todo el desazón con un par de cucharaditas de azúcar,
o con algún helado Light,
que no se olvide la silueta ni en el peor de los traspiés,
o enjuiciemos al sistema político homogenizador, absorbente e hipervalente
que impide bajo sus estatuarias preconcepciones relativistas este tipo de unión,
o acudamos a los antecedentes histórico-literarios
en donde un tal Romeo ya sufrió un desliz con una tal Julieta
por antipatías características del Status Quo,
o aleguemos demencia, intransigencia, correspondencia, pseudo atingencia, ambivalencia,
o prevalencia de la propia autonomía,
que recuerden que fuimos, somos y seremos siempre libres
según afirma y proclama la constitución y los derechos del hombre,
repartamos lupas para que lean la letra chica de nuestro contrato
y observen que la arenga no menciona siempres, ni eternidades,
ni finales felices,
ni cenicienticos intenticos fallidicos por sobrevivir a costa de las propias lagrimas,
auxiliémonos con clichés y frases de manual,
que las saladas gotas del seño de Carreño den frutos en nuestro distanciar,
hagamos algo,
cualquier cosa,
con tal de no adosar ni yuxtaponer sobre tus labios
la palabra
Adiós.
domingo, 15 de febrero de 2009
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