martes, 3 de marzo de 2009

Catatónico estado mellizo del tango, que ha gestado este sepulcro de cuerpo diáfano y mal traído por el pasar de la dependencia pendenciera de los adioses, acaboses y otros roces serenos de su cuerpo tantas veces rojo de tu beso y prístino de su miel. Y con compas salton y estremecedor de mariposas interoceptivas voy cayendo en el estupor estupido de esa nostalgia creadora de espacios vacios y extensos en donde cada sueño cae y se larga a flotar y escarmentar, como dulces prometidos a niños descalsos entre resbalines y columpios, como un abrazo de felpa que auxilia a la almohada cuando muere en el simulacro de tu espalda y de mis rasguños, de mis suspiros y tus silencios. Ni ese grito, ni esa suplica, ni tanta rosa ajena que dona esa milonga suplen la extrañez de este cigarro, de este café, de esta mesa, no consuela el desconsuelo de los cantores y mas se aviva la sangre presta para el vino y el sopor, mas se agita la copa en la sien, mas se acerca la lengua al vaso esperando encontrar un poco de sus labios en el sangrar, en el penar.
Y si este odio se transformase en canto mas clamaria la razon por un instante para saciar en el crimen la penuria y la desazon, de cada cucharadita de sus mejillas que llevo en mi hombro, y de cada paso que de lodo han recubierto estos adoquines en la estación. Y si esta es la noche en que las manos se recubren en agua fria para no recordar caricia alguna, tratare aun asi de mantener el temple de sus poros a los que tanto cobijé, el temple de sus poros a los que tanto besé.

No hay comentarios: