Quiero que estes bien exclamo alguna reiterada y tediosa vez alguna que otra reverberante y suavecita voz, a todo aquello hubiese respondido con un escupo, ya que mis malestares suelen manifestarse en un vil instinto de alpaca asesina, y mis penas regurgitan cual mama pajaro con sus polluelos y se quedan ancladas entre ceja y ceja, y expelen ese harapiento y lastimero aroma a colonia cítrica característico de tu cuello donde tantas veces cai y expeli lo que crei fuera mi ultimo aliento. Y entre sin sabores algebraicos correspondientes a estos agridulces momentos de espera donde la conciencia se difumina y se vuelve universos paralelos y redonditos como canicas que giran y retornan siempre en colores opacos y fútiles con ese tinte arcoiris. Y yo soy canica y arcoiris a la vez, cuando a la misma vez quisiera ser barro bajo los pies de tanto pequeño luchin que hay por ahí y que adscribe su felicidad al rotar de un balon de futbol, que tal como yo (canica) deambula sin rumbo por calles y faroles, lucecillas cuadradas como cabeza de milico, que tienen el semblante de un felino enjaulado e insomne, como mi pensamiento que sin insomnio se enferma como diria Luismi, pero aun sin talon de aquiles conservo imborrable tus pechos de miel y mariposa, esa cuna donde mis balbuceos se hacian hombre, esa capacha en donde liberé tanto amor compañero, tanto beso preso y atado, caricias todas perfumadas en tu faz, y es ahí donde el sonido del acordeón comenzo, cual insulto, cual blasfemia que quema y arranca flores plasticas que ilusionan y vencen, que caen y que vuelan, que rocian la mañana y la vuelven primavera, aunque en sus fauses se arroje presta la princesa virgen a morir en el rito, en su baile inmenso, innegable, blanco, en sus pasos cristalinos de sal, que tras cada pisada dejan esa huella de agua, de redondelitas que se abren paso en el mar y que mesen el reflejo de esa luna cara de queso, sonrisa de estatua y de ingenuidad, gravada y semiótica, estitica y estalactitica, menguante y beligerante, figura del son.
¿Y si siempre he sido un mero collage de la luz de los demas, en donde he de guardar los residuos edipicos de mi narcisismo autóctono y original?, ¿en donde me jactaré de mi si no estas tu, ni tus recuerdos, ni tus sonrisas que eran mias, que yo trace y labre a mi deseo, en mi lecho, en tu silueta pero en mis recovecos, en tu cabeza pero en mis cabellos?. Pensandote como el arbol al fondo del jardín, en medio de aquel baldio en donde edificar mi casita de los sueños, esa casa en el arbol, en donde todos los escondites convergen y todas las madres encuentran arrullo en sus hijos, y las marraquetas siempre salen calentitas del pozo de los abrazos, donde tan solo los monstruos se queman en la puerta del horno y tus zapatitos de charol juegan una ronda con mis canciones y con mi lapiz de cuatro colores en uno.
Y el hielo escarcha sandalias y el paisaje se vuelve la metáfora mas cruel que se puede mofar de esta rebelión en el café y el cigarrillo, que miran a las nubes y al sol decapitado de smog, de aerosoles verdugos y criptonita política, y se confabulan para hacernos creer en una puesta o una salida del hermano Inti cuando en verdad somos nosotros los que corremos, los que salimos y huimos, a guaridas profanas en antros tapados de humo y naipes, para encontrar tal vez asi a nuestra reina, aunque sea de pica, y dejarnos cubrir por el velo siames del amor, de un estornudo inoportuno que nos cae en la espalda y nos enferma, melosos y melocotonosos, patéticos y arsénicos, naftalenos y diacrónicos, regalando flores para cubrir lechos finales, y comprando chocolates para compensar el sabor amargo del vaticinio agonico de esta contaminación acustica del poeta, de la intoxicación por exceso de mimos.
Cuando mas se necesita del murmullo, de esa vibración metalica casi inaudible de un susurro depositado donde se pierde el oido, voy a dar en la mera torre de tu falsedad de la sinrazon de tu razon que a mi sinrazon se place quijotescamente edificada, sembrando alcahuetes en vertederos y sandias en ratoneras, mermando cada palabra tiñéndola de pes, atorándola en remilgos y cizaña, en un vulgar intento de plasmar tu alma en oleo, de tallarla en alforjas de mimbre, en roturas de pantalones cortos, estranguladores, tu voz se torna delirante y demandante, casi enjuiciadora de abismos y prostitutas, lindando con la alevosía de general, de ejercito y de guerrilla.
martes, 3 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
QUe pasa neruda, esta bueno el escrito me gusto =)
Publicar un comentario